DIA 3 (Domingo, 12 de julio de 2009)
Tras un noche en la que fue complicado descansar por culpa de algunos “compañeros” de acampada, emprendí la marcha a eso de las 07:45h., con una mochila más o menos ligera. Después de subir al albergue, cogí el camino que indicaba para el Pic del Torreneules, y que por la Coma de Fontnegre, sube hacia un primer collado que viene del Serrat de les Pedrisses. Mi paso no era bueno, pero sí continuo. Tampoco tenía prisa. Tras alcanzar la carena y el collado, flanquee el Cim de la Coma del Clot por camino bien marcado hasta alcanzar el Coll de Torreneules (2563m). Allí vi como varios grupos también se disponían a hacer la cumbre. Les llevaba un rato de ventaja, así que podía subir tranquilo. Esperé a que bajasen dos montañeros que venían de la cima, y subí el desnivel que me separaba de la cumbre con la agitación de un principiante: no es fácil hacer cumbre en solitario en estas fechas en Nuria. Al llegar al Cim del Torreneules (2711m) las vistas se me abrieron. El día era magnífico y la temperatura agradable. Tras las fotos de rigor, y un buen trago de agua, bajé de nuevo al collado (donde ya estaban más de 30 personas) y me lancé en picado hacia Coma de Vaca. Las piernas me iban respondiendo, aunque me preocupaba la sudada que llevaba encima: en mi estado, perder más sales minerales y agua no era lo mejor…
Tras un largo descenso (o por lo menos así me lo pareció a mí) en el que me encontré varios grupos numerosos y bulliciosos de jóvenes, llegué a Coma de Vaca, la verdad que bastante cansado. Mis piernas comenzaban a dar síntomas de debilidad: no era buena señal, y máximo cuando aún quedaba el regreso.
El sol quemaba mi piel, así que a eso de las 12:30h., y tras una breve parada junto el refugio, comencé a subir por el Camí dels Enginyers. Me encontré bastante gente, más de la que hubiera supuesto. Después de 30’ de caminar, y cuando el camino comenzaba a presentar sus conocidas “dificultades técnicas”, mi cuerpo dijo “basta!”. Me entró el pajarón del siglo. Con mucho esfuerzo he ido negociando cada uno de los pasos. Sin duda, es un camino muy divertido, pero no para hacerlo en mi estado. En los pasos más expuestos, como el del cable, mis piernas temblaban. No tenía ni un ápice de fuerza. Para colmo, cada vez que el camino tiraba un poco para arriba me tenía que parar una y otra vez. La verdad es que hoy he sufrido, y mucho.
Con las fuerzas muy pero que muy justitas llegué a Les Pedrisses y eso pareció darme algo de fuerzas. Mi cantimplora estaba tan seca como cada una de mis células. Sólo la visión de alguna marmota u otro animalillo me hacía salir de aquel “piloto automático” en el que iba. Por fin, y tras 50 minutos, llegué al Vía Crucis (yo ya estaba haciendo el mío particular desde hacía horas) y, con el cielo cubierto y algo de aire, llegué a Nuria. Fui directo al bar, a por un par de Aquarius y un bocata de jamón, que engullí casi al instante. Tardé casi 8 horas (hora y media larga más de lo “normal”), pero estaba contento por haber llegado. Físicamente estaba roto, deshidratado, quemado, exhausto… pero feliz: son esas extrañas cosas que nos ocurren a los montañeros…
Tras regresar a la tienda, comprobé que muchos de los domingueros se habían ido, y el campamento se había vaciado un poco. Después de comentar con Pere la larguísima jornada y una ducha de agua fría, me he pasado el resto de la tarde intentando descansar e hidratándome. Mis problemas intestinales persisten y por tercer día me tienen muy molesto, así que decido cenar ligero. Mañana, evidentemente, no haré el GR, y lo dedicaré a descansar. Ah!, y he descartado hacer el Camí dels Enginyers con el mochilón, ya que no sé cómo responderían mis piernas y creo que, yendo en solitario, sería asumir demasiados “riesgos”… Prefiero ir por el Coll de Noufonts (o por Noucreus, acortando un poco). El saco me espera…
