Hoy podía ser un día cualquiera...
Sin embargo, me he despertado con el tintineo de la Lotería de Navidad. Algún vecino tenía la TV a todo trapo (creo que era del edificio contiguo) y ha roto el encanto de mi segundo día de vacaciones. Yo siempre he sido bastante crítico con esto de la Lotería de Navidad, aunque siempre he acabado jugando algún décimo, aunque sea por el socorrido "No vaya a ser que toque a todos los del curro, menos a mí...".
Sin mucho ánimo, la verdad, he encendido la TV y le he quitado el sonido. He preferido poner la radio mientras me preparaba un café y, enfundado en mi bata de "andar por casa", he ido dando sorbos a mi taza de Mark Knopfler. Estaba convencido de que no me iba a tocar nada... Y así ha sido. Bueno, por lo menos me devuelven el dinero, que tal como están las cosas, es algo por lo que estar muy contento...
Después, han venido las noticias y las entrañables imágenes de siempre: gente apostada a las puertas de las administraciones de loterias premiadas, cava, una señora que había metido el décimo premiado en la lavadora, llantos y sonrisas... Y los tópicos de siempre para los que no les ha tocado nada: "Por lo menos tenemos salud" o aquel "seguro que para la del Niño cae algo". El que no se consuela, es porque no quiere...
Y aquí tenemos los grandes héroes de la jornada:
Estoy convencido de que el año que viene volveré a jugar, por si acaso, pero sólo por si acaso...
AH! por cierto, queda inagurado el blog...
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